Este año la celebración del Día Mundial del Agua nos invita a reflexionar sobre el valor del agua, no cómo recurso económico, sino como recurso vital. Busca reconocer su verdadero valor y cómo podemos gestionar, proteger y compartirlo mejor.
Hoy en día, el agua está muy amenazada por el crecimiento de la población y el desarrollo urbano, así como las crecientes demandas de la agricultura y la industria. Situación que se ve agravada por los impactos cada vez más latentes del cambio climático. Por otra parte, se requiere incrementar los esfuerzos sobre todo en México para evitar la contaminación de los cuerpos de agua (lagos, ríos, mares) y desarrollar un programa que fomente la reutilización de aguas pluviales y tratadas. Además, se olvida que las fuentes de agua dependen de ecosistemas sanos y de su función dentro de estos para alimentar la vida y la riqueza natural.
Sin agua, no hay vida
El valor del agua va mucho más allá de un precio: el agua tiene un valor enorme y complejo, que abarca prácticamente todo lo que hacemos y consumimos, desde lo más básico: salud, higiene y alimentación ¿Te imaginas un día sin tomar un vaso de agua, un mes si darte un baño o sin tomar una taza de café? Pero también es fundamental para la vida en los entornos naturales, para la generación de productos e incluso para la recreación. Si pasamos por alto alguno de estos valores, corremos el riesgo de gestionar mal este recurso finito e insustituible. #CadaGotacuenta.
Sin embargo, el agua se sigue considerando un recurso infinito y barato, y en muchos casos se desperdicia y se gestiona de forma inadecuada (desde los hogares, hasta las ciudades y países). Durante los últimos 70 años, en México hemos despilfarrado más de la tercera parte de las reservas de agua que teníamos. Según datos de la Conagua, pasamos de 17,742 m³ por habitante por año en 1950, a 4,689 m³/h/año en la actualidad, y esa cantidad sigue decreciendo. Desde la década de 1990, la política del agua en el país ha partido de considerarla como un recurso para la producción y se ha centrado en mantener la oferta en vez de regular
SOLUCIONES:
Captación del agua de lluvia. En gran parte de países del mundo, el agua de lluvia cae en los techos de casa, edificios, centros comerciales, etc. y se descargar por sistema de tuberías hacia el drenaje municipal, en otros casos simplemente del techo a la calle y de ahí a la alcantarilla. Si a esta agua se le da un proceso de limpieza básico, se retiran las hojas y la tierra que arrastra, y después se almacena, pueden ser aprovechada para sanitarios, limpieza de suelos y vehículos o para riego. Incluso ya existen las tecnologías a precios accesibles para potabilizarla y aprovecharla en todos los usos. Por ejemplo, en el centro de México tenemos un promedio anual de precipitación que va de los 600 mm/1,000 mm año, durante la temporada de junio a octubre, con lo cual prácticamente durante 5 meses se podrá remplazar por lo menos 70% de suministro de agua aprovechando el agua de lluvia.
Recuperación de aguas residuales por medio de soluciones basadas en la naturaleza. En un principio a nadie le gustaría tomar agua residual tratada, por más ósmosis inversa que se utilice. Sin embargo, día tras día se descubre que, en procesos naturales como los humedales, en donde se recuperan ecosistemas y se promueven espacios biológicos para que bacterias, hongos, raíces, hojas, insectos, anfibios y aves, convivan y aprovechen los nutrientes generados, se logran aguas tratadas también de muy buena calidad. Con esto se podrá aprovechar esta agua para riego y otros usos no potables antes de que destine al consumo humano directo.
Regeneración de Ecosistemas: nueva visión para conservar y aumentar la disponibilidad de agua.
El 54% de la población mundial vive actualmente en ciudades, este desarrollo urbano desmedido exige mayor extracción de fuentes de agua y mayor descarga de aguas sanitarias. La degradación ambiental está afectando la disponibilidad y calidad del agua. Si consideramos las descargas contaminantes sin control ni tratamiento de aguas industriales, agrícolas y hoteleras, nos encontramos con la realidad de la mayoría de los ríos y lagos del mundo: aguas muertas, con altos niveles de toxicidad que ya se están transformando en graves problemas de salud pública.
Según información de Greenpeace, 70% de los cuerpos de agua de México se encuentran contaminados y durante más de 30 años la regulación de las descargas a aguas superficiales ha sido muy laxa. Se estima que en la actualidad se generan en México 431.7 m³/s (¡431 tinacos cada segundo!) de aguas residuales municipales e industriales.
Se trata de un problema mundial, aunque algunos países llevan varias décadas buscando revertir el deterioro de sus reservas de agua superficiales y subterráneas. Estados Unidos (Clean Water Act), Canadá, y varios países europeos, generaron legislaciones y directrices para recuperar y conversar ríos y lagos. Por otra parte, a partir de la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en Rio de Janeiro en 1992 se aprobó y fue proclamado por la ONU el Día Mundial del Agua.
De esta forma, se incrementado el esfuerzo global para mantener la disponibilidad de agua potable para el consumo humano, impulsado por un proceso global de desarrollo de normativas y directrices para conservar y recuperar las fuentes de agua:
1- Leyes y normativas estrictas para revertir y prevenir la contaminación: el primer paso es reducir o eliminar las descargas contaminantes a los cuerpos de agua, por medio de sanciones y multas. Así como los primeros programas en donde se exige y se incentiva el aprovechamiento de aguas pluviales y tratadas.
2- Promover el desarrollo sostenible y de bajo impacto: con el objetivo de mitigar en la medida de lo posible, los efectos de la urbanización y recuperar el ciclo hidrológico, mediante metodologías como: “Low Impact Development” o través de los créditos que promueven la construcción sostenible como LEED (“Leadership in Energy & Environmental Design”) se ha logrado generar en algunos casos, entornos más amigables con el medio ambiente y los recursos naturales. Sin embargo, se tratada de casos aislados en muchas ocasiones de altas inversiones que no han sido suficientes para revertir el desarrollo insostenible en las urbes. Por otra parte, a nivel internacional se declaró el Decenio 2018-2028 “Agua para el Desarrollo Sostenible”. Con el objetivo de remarca la idea de la ONU de que el agua es fundamental para el desarrollo y la paz mundial.
3- Políticas públicas para promover un desarrollo urbano basado en la naturaleza: el principal objetivo de esta tendencia que toma cada vez más fuerza en el mundo es desarrollar una serie de medidas y estrategias, para recuperar los ecosistemas que han sido impactados por el desarrollo urbano. Mediante programas públicos para promover la aplicación de tecnologías basadas en la naturaleza, se ha logrado restaurar procesos naturales para transformar el ambiente de las ciudades haciéndolas más resilientes y entre otros beneficios, regenerar las fuentes y aumentar la disponibilidad del agua. En casos puntuales se han convertido en programas de gobierno de largo plazo como en el caso de “Ciudades sensibles al agua” en Australia que les permitió hacer frente a una sequía de más de diez años o el caso de “Ciudades Esponja” en China que les he permitido una recuperación emblemática de entornos urbanos totalmente perdidos.
A nivel internacional, las Naciones Unidas han querido remarcar la importancia del cuidado y preservación del agua dulce en todo el mundo como parte del desarrollo sostenible y así ha quedado plasmado en la Agenda 2030. El objetivo 6 precisamente se enfoca en la importancia del Agua limpia y saneamiento. Con el fin de garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible para todos en 2030, y la necesidad de realizar inversiones adecuadas en infraestructura, proporcionar instalaciones sanitarias y fomentar prácticas de higiene.
Cada vez es más evidente la necesidad de romper con el ciclo vicioso del manejo lineal del agua: extracción, distribución, uso, y desecho. Este modelo ha demostrado ser obsoleto, ha permitido el derroche, la sobre explotación y la contaminación. Es el momento de empezar a recuperar los ciclos virtuosos naturales del agua, desde el ciclo hidrológico a nivel urbano. En la misma constitución del agua es un recurso que se regenera si tiene las condiciones y los elementos naturales, y lleva en su flujo la esencia de reciclar y transformar nutrientes. Su valor está relacionado con la vida, la supervivencia, la resiliencia, sin lugar a duda cada gota cuenta y no podemos darnos el lujo de desperdiciar ni contaminar este bien natural fundamental.