Después del mega corte de agua que afectó a 480 colonias de la Ciudad de México y 13 municipios del Estado de México. En el que después de una obra fallida para instalar una K invertida (valuada en hasta 500 millones de pesos) que iba a interconectar las dos líneas que nos abastecen de agua del sistema Cutzamala para facilitaría su mantenimiento, pero que al final no resultó, así que seguimos igual. Sin embargo, este evento que se prolongó durante más de una semana, nos puede estar preparando para el futuro cercano.
No necesitamos una gran sequía para quedarnos sin agua, el 55% de nuestro abastecimiento viene de los acuíferos y este gran almacenamiento que duró siglos en formarse, lo estamos agotando; según información de SACMEX, estamos en peligro de que a partir de 2040, no podamos extraer una gota más. Un punto de quiebre que nos llama a replantearnos la visión que tenemos del agua en la mega urbe en la que vivimos.
A lo largo de 500 años la ciudad ha tenido un modelo de manejo del agua basado en un inicio en drenar y secar los lagos para evitar inundaciones catastróficas y problemas de salud, y luego un complejo sistema de tubos de drenaje profundos para tirar el agua hacia Hidalgo. Por otro lado, para traer agua a una población de 8 millones de habitantes -más los otros 14 de la zona conurbada-, se creó un mega acueducto que importa el 30% de nuestra agua desde Michoacán y el Estado de México. Sin embargo, como lo hemos visto en años recientes, y es cada vez más evidente, este modelo se está agotando y no es sustentable a ningún nivel: ni social, ni económico, ni ambiental. Por esta razón, en las últimas décadas se vienen promoviendo soluciones que replantean el desarrollo de la ciudad para restituir la forma como manejamos el agua.
Hablé con Loreta Castro, urbanista que desde 2012 trabaja junto con el Dr. Manuel Perló, para promover la aplicación de Acupunturas hidrourbanas, que consisten en estrategias pequeñas que impactan en el cuerpo de la ciudad, intervenciones puntuales y concretas en zonas neurálgicas. “Es cuestión de encontrar espacios que tienen el potencial de resolver más de un problema a la vez: recuperación del espacio público, inundaciones, falta de agua, movilidad, inseguridad”. Un ejemplo de esta aplicación es La Quebradora que está por terminarse este año y en donde se aplican varias de estas soluciones.
Loreta me comenta que conoció esta tendencia mundial cuando estaba realizando su investigación de maestría y ganó un premio para conocer diferentes ciudades que están diseñadas y viven en torno al agua. Me dice que una de las ciudades que más le impresionó fue Curitiba en Brasil -en donde conoció el concepto de acupuntura urbana de Jaime Lerner-, en esta ciudad todos los parques retienen el agua de lluvia antes de que llegue a las partes bajas y así evitan inundaciones en las planicies de la ciudad. También me dice que le impactó que en Venecia cada plaza es una cisterna para recolectar agua de lluvia. Además que China se está convirtiendo en un referente de buenas prácticas con su modelo de ciudades esponja que se diseñan de tal forma que toda la infraestructura urbana absorbe y retiene el agua. Y también conoció ciudades ancestrales en India que están recuperando prácticas que se habían abandonado para almacenar y recuperar el agua en los parques.
La idea es aprovechar todos los espacios en los que se puedan generar este tipo de proyectos, afirma Loreta. Precisamente ella y el Dr. Perló empezaron en Iztapalapa en donde han venido estudiando las condiciones de la zona tanto geográficas como hídricas y plantearon 20 estrategias que se podían aplicar, desde huertos urbanos regados con agua de lluvia, un sistema paralelo de uso de aguas pluviales y tratadas, así como pequeñas intervenciones en lugares claves que se pueden desarrollar a nivel barrial.
Desarrollo de Bajo impacto
Diferentes personas, empresas, despachos, organizaciones ya están trabajando en este tipo de alternativas para desarrollar una ciudad diferente, desde la captación pluvial, los jardines infiltrantes, los pozos de absorción, etc. También hablé con Miguel García, ingeniero de proyectos de Soluciones Hidropluviales que es un defensor a ultranza del desarrollo de bajo impacto. Me explica que en esta práctica aplican técnicas que se asemejan lo más posible a procesos naturales, generando el mínimo de efectos en el ambiente. Comentó que en el caso del manejo del agua de lluvia, se buscan sobre todo cuatro estrategias: retrasar el agua que escurre desde las partes altas cuidando y recuperando reservorios naturales; en otros puntos de la ciudad retener si se puede en parques o tanques, y una vez almacenada el agua, reutilizarla -después de un tratamiento adecuado- ya sea para usos generales o para infiltrarla y así regresarla al acuífero como se hacía antes de manera natural.
Me explica además que es un enfoque que se puede aplicar desde escala pequeña en casas y edificios, hasta proyectos más grandes a nivel urbano para mejorar los espacios públicos. “Porque lo importante es distribuir las soluciones a lo largo de la ciudad y así tener varias zonas de amortiguación, en vez de conducir toda el agua por medio de drenajes profundos para luego reunirla en un solo punto y descargarla contaminada. Así también se evita que se sature y falle la infraestructura que cada vez se queda más corta ante el desarrollo urbano mal llevado”. Agrega que se trata de realizar modificaciones lo menos invasivas posibles, para recuperar los sistemas naturales de la zona, que se vuelva más verde y mejore la calidad de vida.
Le comento a Miguel que todo esto suena muy bien, pero cuántas veces hemos visto infraestructura pública, incluso privada, abandonada porque no se le da el mantenimiento adecuado. A lo cual me comenta que el mantenimiento debe estar contemplado como parte del proyecto, soportado por un programa adecuado, sencillo y económico que promueva una cultura de conservar la infraestructura y su funcionalidad.
Loreta me dice al respeto que se deben desarrollar sistemas híbridos, y que los servicios que presta el lugar ayuden a pagar la operación y mantenimiento del mismo. Me describe las diferentes medidas que se diseñaron en la Quebradora: “el cobro de los baños públicos ayuda a pagar el mantenimiento de este servicio y también parte del parque. El agua de la planta de tratamiento que sobra se puede vender y generar un recurso extra. Además se construyeron locales que se rentan para ventas o espacios para actividades comunitarias como clases de baile, de igual forma, se ofrecen espacios para anunciarse. La idea es que todo esto aporte recursos para el mantenimiento y operación del espacio”. Pero también es fundamental que la comunidad se apropie e involucre para que exija y reporte que funcione de forma adecuada. Además Loreta considera que se deben plantear programas que vayan más allá del gobierno de turno, que no se queden atorados por los cambio de administración y en el caso de la Quebradora, agrega que está convencida de que la alcaldesa entrante, Clara Brugada, va a recibir el proyecto con muy buenos ojos, porque es virtuoso en varios sentidos y da pasos muy grandes a nivel ciudad.
Una ciudad para los próximos 500 años
Para Loreta tenemos que cambiar esa relación tensa y paradigmática que tiene la Ciudad de México con el agua, o te hace falta o te inundas. Una ciudad que era de agua, la transformamos en una mega urbe que extrae agua de otros lugares, la ensucia y la tira. Por eso para ella es fundamental que se genere una relación real entre los habitantes y el agua. “En donde el Tejido urbano se convierta en infraestructura que como una esponja absorba el agua y libere el espacio de drenaje”.
Miguel agrega que desde el gobierno se debe generar un esquema que impulse e invite a que personas y empresas desarrollen este tipo de proyectos por medio de incentivos, que haya bonificaciones como reducir el predial o la tarifa del agua. De igual forma, también debe haber multas para el que no lo haga o lo haga mal, porque está afectando a la ciudad. Miguel me explica que en la actualidad la Ley de Aguas de la Ciudad impulsa la captación y se exige en el reglamento de construcción. Sin embargo, se está aplicando a medias, porque solo se hace para el permiso de construcción y no se revisa la operación del sistema. Tampoco es muy específica en asuntos técnicos como el diseño del sistema ni los dispositivos de tratamiento y almacenamiento, detalles fundamentales para que funcione.
Para Miguel si al menos el 20% de la ciudad aplica estas soluciones podrían aportar mucho para mejorar nuestra situación hídrica, “si en la zonas densamente pobladas se pudiera tener por lo menos en cada esquina un jardín infiltrante, se estaría haciendo mucho por mejorar el manejo del agua de lluvia, y las condiciones de los habitantes”. Señala que son soluciones que a corto plazo mitigan inundaciones, reducen el número personas afectadas, así como riegos a la salud pública, pérdidas económicas y conflictos viales. A mediano plazo generarán un suministro alternativo de agua en temporada de lluvia. Y a largo plazo, un equilibrio virtuoso entre lo que se extrae del acuífero y lo que se recarga, que además de mejorar la calidad del agua contenida, va a amortiguar el hundimiento de la ciudad. Sin embargo, son resultados que van tardar varios años en verse, no se puede resolver un problema tan complejo de la noche a la mañana, pero hay que empezar a aplicarlas desde ya, porque vamos tarde. “No se oye una visión a largo plazo que nos invite a tomar conciencia sobre nuestra utilización del agua, que busque reducir el consumo para exigirle menos agua al sistema, que se revisen fugas y se cambie a sistemas más eficientes, tampoco se impulsa la adopción de fuentes alternativas que nos permitan generar un bajo impacto a mediano y largo plazo”.
Loreta considera que es fundamental darnos cuenta de que el manejo del agua en México no es broma. “Nos quedan 50 años de agua, debemos preparar la ciudad para el Siglo XXI, en donde se utilicen todos los recursos disponibles: comprender que llueve muchísimo y que es un recurso que no podemos seguir desperdiciando, así como las aguas tratadas, no podemos estarlas regalando y tirando al drenaje”. Agrega que el sistema que tenemos ya agotó su capacidad, estamos justo a tiempo para empezar a implementar el modelo de manejo de agua que va a dar viabilidad a la ciudad a largo plazo y le asegure a las próximas generaciones que va a funcionar otros 500 años.
Técnicas de bajo impacto para manejo de lluvia
Cosecha de lluvia:
Se puede aplicar en casas, edificios, comercios, almacenes. Mediante sistemas que recolecten el agua la lluvia de los techos -el área menos contaminada-, para tratarla e incluso potabilizarla. Se puede usar para sanitarios, regaderas, lavar la ropa y limpiar superficies. El agua que no se puede almacenar o que viene de estacionamientos, se puede descargar a jardines infiltrantes que permitan que se recargue el acuífero.
Manejo de agua tormenta
La lluvia que escurre por las calles o en grandes superficies como industrias, centros comerciales y estacionamientos, también se puede captar, almacenar y reutilizar para usos como procesos industriales, sanitarios o limpieza de superficies y vehículos. Pero también se pueden aplicar diferentes técnicas para retener e infiltrar el agua de lluvia, desde galerías o tanques de infiltración hasta pozos que regresen el agua al acuífero. Pero sobre todo se requiere recuperar espacios públicos, desde banquetas hasta parques, para que recuperen su capacidad para contener y absorber el agua.