Este año el día del agua se enfoca en la relación directa que existe entre agua y cambio climático, y el gran desafío que presenta esta situación.
El agua es un elemento fundamental para casi todos los procesos de la naturaleza y un recurso indispensable para las actividades humanas, desde lo más básico como quitar la sed, cultivar alimentos y sanidad. La degradación ambiental está afectando la disponibilidad y calidad del agua, acompañada de la producción descontrolada de bienes y los patrones de consumo actuales. Sobre todo, si se tiene en cuenta que ya somos 7.600 millones de personas y el uso del agua en el mundo aumenta un 1% anual desde la década de 1980. Esta situación está agravando las desigualdades, los conflictos e incluso provocando flujos migratorios. Todo esto potenciado por los efectos que está trayendo el cambio climático.
“Con el Día Mundial del Agua se rinde homenaje a ese recurso y se toma conciencia sobre los 2 200 millones de personas que carecen de acceso al agua potable. Uno de los aspectos principales del Día Mundial del Agua consiste en respaldar la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6: agua y saneamiento para todos de aquí a 2030”.
Agua y cambio climático
Los datos y cifras demuestran que el cambio climático representa el gran reto que tenemos en el presente como humanidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los desastres naturales relacionados con el clima han causado en promedio más 60,000 muertes al año. Como lo estamos viendo en las últimas semanas con el Coronavirus, cada vez hay más riesgo a la salud por pandemias. Ni hablar de las sequías y el peligro de escases de agua de calidad. Por otra parte, los costos se amplían año con año, en la última década se han representado pérdidas récord en todo el planeta superan los $340.000 millones de dólares, según la aseguradora Munich Re.
Sin lugar a duda, año tras año, el cambio climático está demostrado todo su poder devastador que es evidente, real y que sus efectos están rebasando todos los pronósticos científicos. Lo peor es que es absolutamente impredecible y sus consecuencias son más duraderas y devastadoras. En México los daños causados por desastres naturales se han triplicado entre el año 2000 y el 2014, los fallecimientos pasaron a un promedio anual de 186, pero las pérdidas materiales alcanzaron 2,147 millones de dólares, según información de Protección Civil.
En gran parte México depende de los huracanes para recibir las lluvias, que son las que mantienen las temporadas agrícolas y recargan nuestras reservas subterráneas de agua. Pero la humedad en la atmósfera y el aumento de evaporación en los océanos están generando huracanes más potentes y devastadores y lluvias más intensas que caen en menos tiempo. Estas variaciones entrelazadas traen a su vez un efecto que no se nota de forma inmediata, pero que es más profundo y dramático, la modificación del ciclo del agua. Incluso sus consecuencias pueden ser confusas y contradictorias como: lluvias más intensas y sequías extremas.
El agua es parte de la solución ante el cambio climático.
En estos tiempos apocalípticos de Coronavirus, nuestro nivel para recibir malas noticias y tragedias se está saturando, así que vamos a empezar a proponer soluciones. Si empiezan a generarse mejores prácticas de gestión del agua, además de proteger las fuentes y evitar que se sigan degradando y contaminando, se aumentará la resiliencia al cambio climático (ONU-agua, 2019).
Cada vez es más evidente la necesidad de romper con el ciclo vicioso en el que está hundido el manejo del agua, esta concepción lineal de extracción, distribución, uso, y desecho. Enfoque que ha permitido el derroche, la sobre explotación y la contaminación. Está problemática invita a que en todos los niveles y desde lo micro (casa, comunidad) hasta lo macro (ciudad-país), empecemos a adoptar nuevas formas de gestionar y aprovechar el agua. Desde el nivel más simple podemos cambiar hábitos para dejar de derrochar agua, Por ejemplo:
Más eficiencia y menos desperdicio. Acciones que van desde lo más básico, empezando por baños más cortos en los cuales cierras la llave mientras te enjabonas, te cepillas los dientes o te afeitas, hasta poner un balde mientras se calienta el agua y lo recolectado utilizarlo para el riego o soltar el excusado (no es tan difícil yo lo hago todos los días). Incluso se pueden tomar medidas a largo plazo como buscar fugas y repararlas o cambiar a regaderas y sobre todo excusados ahorradores. Lo importante es empezar ya y lograr que ni una sola gota se pierda y las mínimas se contaminen.
Captación del agua de lluvia. En gran parte de países del mundo, el agua de lluvia cae en los techos de casa, edificios, centros comerciales, etc. y se descargar por sistema de tuberías hacia el drenaje municipal, en otros casos simplemente del techo a la calle y de ahí a la alcantarilla. Si a esta agua se le da un proceso de limpieza básico, se retiran las hojas y la tierra que arrastra, y después se almacena, pueden ser aprovechada para sanitarios, limpieza de suelos y vehículos o para riego. Incluso ya existen las tecnologías a precios accesibles para potabilizarla y aprovecharla en todos los usos. Por ejemplo, en el centro de México tenemos un promedio anual de precipitación que va de los 600 mm/1,000 mm año, durante la temporada de junio a octubre, con lo cual prácticamente durante 5 meses se podrá remplazar por lo menos 70% de suministro de agua aprovechando el agua de lluvia.
Reutilización de las aguas residuales. En un principio a nadie le gustaría tomar agua residual tratada, por más ósmosis inversa que se utilice. Sin embargo, en lugares como Orange County (California, Estados Unidos), están optando por reutilizar aguas tratadas para usos generales; sin hablar del caso emblemático de Israel en donde toda gota pasa por lo menos por 7 procesos de reutilización, antes de evaporarse. Existen plantas de tratamiento cada vez más avanzadas, membranas, procesos de oxidación, y sistemas cada vez más seguros y avanzados. Sin embargo, día tras día se descubre que, en procesos naturales como los humedales, en donde se recuperan ecosistemas y se promueven espacios biológicos para que bacterias, hongos, raíces, hojas, insectos, anfibios y aves, convivan y aprovechen los nutrientes generados, se logran aguas tratadas también de muy buena calidad. Con esto se podrá aprovechar esta agua para riego y otros usos no potables antes de que destine al consumo humano directo.
Llamado a la acción:
Al adaptarnos a los efectos del cambio climático en el agua, protegeremos la salud y salvaremos vidas. Y, al usar el agua de manera más eficiente, reduciremos los gases de efecto invernadero. El mensaje de la ONU para este día se resume en 3 puntos relevantes:
• No podemos darnos el lujo de esperar. Los responsables de la política climática deben poner el agua en el centro de los planes de acción y que sea una prioridad.
• El agua puede ayudar a combatir el cambio climático. Existen soluciones de agua y saneamiento sostenibles, asequibles y escalables.
• Todos tienen un papel que desempeñar. En nuestra vida diaria, hay pasos sorprendentemente fáciles que todos podemos tomar para abordar el cambio climático.
El manejo del agua es uno de los grandes desafíos ambientales que tenemos como especie, se trata un problema muy grave, por lo que provoca la multiplicación de sus efectos. Con el agua no se juega, no es una mercancía, ni un bono de inversión, es un recurso fundamental para la vida y su conservación. Como sociedad debemos exigirlo no solo a nuestros líderes, también ponerlo en práctica por medio de una utilización consciente del recurso en nuestro día a día y en nuestras decisiones de compra y consumo. Cada gota que ahorremos o reutilicemos, recuperará el delicado equilibrio del ciclo del agua y nos asegurará su disposición actual y para las generaciones que vienen